Así tu cuerpo (Armando Maldonado)

 
Edición a cargo del poeta Otoniel Guevara, San Salvador 2013


La lluvia

Todo comenzó con la gota,
luego,
como esporas arrancadas
por una mano violenta
el aguacero diluye las cosas.

Así tu cuerpo,
se desgaja.

Luego la calma en tu piel,
como la tierra mojada.


El tiempo de las acacias

Venías con la lluvia,
como un bullicio,
cardumen de gestos
para meter en los bolsillos.

Entrabas en rojo,
tu voz era de follaje,
de vino y escarlata.

En las contadas tardes de granizo
mordías
una canción,
yo seguía a tientas la partitura de tus piernas,
para en ellas volverme añicos.

Era cualquier mayo,
sólo que tu cuerpo temblaba por mí,
como las acacias tiemblan
al primer tronar de la lluvia.


Poema de cuna para una mujer desnuda

Todo se ha callado,
el deseo,
los huesos a punto de romperse
y la noche penetrándonos la sien.

Sigue durmiendo.

Cuando despiertes todo empezará de nuevo:
el grito en la piedra de los dientes,
el palpitar,
tu cuerpo, un colibrí
bebiendo lava de una flor.


Tu cuerpo

Cuerpo desnudo,
de dónde viene el color y el bullicio de pájaros,
que no es otra cosa más que
tu piel bebiendo de mi canto.




Carne con carne

Tiembla el horizonte de la cama,
todo tiene un sabor a semilla madura.

Es tan turbio el amor cuando la luz se enciende.

Carne con carne.

Luego los sexos quedan guardados en su vaina.


Los amantes

Van cruzando calles,
plazas espectrales de próceres inertes.

Se buscan en lo húmedo.
Se silencian. Se vuelven caníbales.

Las piedras del cuerpo se amontonan unas sobre otras.
Cada vez más cerca, y se fuman uno al otro.

Son telúrica materia que rozan y miden fuerza en callejón.





Salto

El amor,
es ese animal que sube
a nuestra boca
con la intención de saltar a otra boca,
bajar por el cuello ajeno
y hacer de los dos cuerpos un bullicio de agua.


Los que se besan

Los que se besan
tienen retablos de agua límpida en sus bocas.

Un curvo disparo de frío,
y encienden una fogata con los dientes.

El silencio para ellos es un pez
que nada en saliva
mientras los labios se hinchan de sangre.

Los primitivos
parpadeos de una pluma
y el cigarrillo de escarcha
que se evapora,
una sensación de animales ciegos
que buscan
estrellas
en el polvo.


Temíamos tanto a este día

Temíamos tanto a este día,
a su sonrisa de agujero
y su temple de fiera dormida.

Pero ha llegado lento,
nocivo,
como una canción triste.

Trae uñas de fuego
derramando amargura en el aire.

Ha llegado esta hiel con sol y luna.
Este día en que tomas tu maleta
y rezas un adiós por la puerta
dejándome en un réquiem
cantado por el coro de tus recuerdos.




El recuento de los daños

Donde hubo pétalos sólo queda este nido de piedras.
No existe la música en el país de las sombras.


Oceánica

Y como la marea alta el amor subió a los labios,
se estacionó en tu musculo envenenado,
fluyó, se transfiguró.

Yo, con la quietud de una ostra
me abrí a tu boca.
La perla de mi lengua no volvió a ser la misma.


Hormiguero

El amor fue un hormiguero
que desmembró mis piernas.

Tu amor fue el hormiguero
donde se consumió el cadáver de mi poesía.



Sucede entonces

Sucede entonces
que cerrarás la puerta para no volver,
dejarás un charco de sangre y yo
me revolcaré entre la sangre y tu recuerdo.



Finale

Había en ella un aroma,
con la que se fabrican las gotas de lluvia.

Era un carnaval de bocas y alimento.
Agarraba sus manos con la delicadeza
que se toma el papel de fumar.

Un día se fue.
Dejo una carta goteando en un armario.

Mis manos habían terminado de bordar para ella
una canción en re menor.

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