Mechanical Animals: auge, autodestrucción y glamour del Anticristo

Este disco de Marilyn Manson es a mi parecer, uno de los discos más elaborados de toda su carrera artística, sin mencionar lo arriesgado de la propuesta musical y visual en el fin de la década noventera que pasaba todavía por la resaca del grunge. Este disco creó en la escena rocanrolera de fin de siglo un hito, desempolvado sus influencias musicales y sincretizando con su propio sonido.

 Este disco en la segunda parte de una trilogía, que inició con el tercer volumen con Antichrist Superstar, y cierra con el primer volumen en el disco Holy Wood (In the Shadow of the Valley of Death). 

        En el disco anterior, Antichrist Superstar, se apreciaba una estética visual y auditiva llena de simbologías, de cábalas, numerología, narcóticos y una fuerte influencia Nietzschiana, creando, como dijo el propio cantante, un “ritual musical”. Este rito, lleno de agresividad y de escepticismo, es un himnario que describe, desde la misantropía, la decadencia del mundo actual. La emulación nazi en la iconografía del disco, así como en su puesta en escena, no solo le dio oxígeno a la hoguera de los tabloides, también fijó a Marilyn Manson en la cultura popular.



     

        Con Mechanical Animals, Manson, desdobla la página envenenada de su anterior disco y deja el escenario fecal, transportando a su alter ego, Omega, a un plano futurista. Este alter ego es un extraterrestre que a su llegada a tierra es capturado y se sumerge en un mundo de fama y excesos. Un mundo que pide auxilio, un ser que busca salvarlo desde su perdición. Una burla hacia sí mismo. Un sendero de sustancias, luces, brillantina y oropel.

La influencia del glam setentero es sumamente marcada, recordando mucho el beat del disco The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars del ya desaparecido David Bowie, con una propuesta visual nutrida por la pornografía, películas de terror, ocultismo y el glamour de la fama setentera.

         A pesar de dejar la rapidez de los pergaminos, del rugir agresivo de las cuerdas, es un trabajo sumamente potente y emotivo. Canciones llenas de desenfado, un grito angustioso desde la autodestrucción de alguien que está en la cima de la cadena de la popularidad. Un trabajo vocal notorio, haciendo que la voz de Manson prevalezca ante todo, encontrando el dominio de su música.

         “The Dope Show”, “Mechanical Animals” y “I Don’t Like the Drugs (But the Drugs Like Me)”, son piezas que sudan las bocinas con psicotrópicos. En la placa encontramos “The Speed of Pain”, una balada espectacular, introspectiva, incisiva, quemante como una bala perdida, la mejor canción de este tipo de toda su discografía.

Cerrando el track list está “Coma White”, una canción que cierra este trabajo en lo profundo de una historia de amor, real o imaginaria, mujer o cosa, crea en Omega un lamento, un grito de formidable magnitud que termina el recorrido de este personaje con nuestra duda, esa que solo cabe en los insondables laberintos de la muerte.

        Este fue un disco que incomodo a muchos, tanto auditiva como visualmente, dio de que hablar a los medios, puso a los críticos y a la prensa musical a especular sobre la salud mental o la genialidad de Manson. Lo que queda claro que Marilyn Manson demostró con Mechanical Animals, lo versátil que puede ser, algunos destellos de eso lo podemos ver en sus próximos discos, pero no tan marcado como en este disco. Manson nos entregó un manojo de alimañas envueltas en lentejuelas, que nos hacen ver en la marquesina de los días lo podrido del mundo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Satán, Dios y la rebelión del hombre en la poesía de Baudelaire

Dos Poemas desde El Golgota